Colaboración para Letras & Poesía
Eras como la cubierta de uno de esos vinilos de los ochenta: vistosa y llena de colores, de las que te atraen para que las acaricies sobre el plástico sin darte ni cuenta.
Solo te fijas en el colorido y en lo bien que suena la cara A del disco, para qué te ibas a fijar en la B si la A es tan sexi.
Eso fue lo que me pasó a mí, solo vi una cara de ti.
Solo vi aquello que me quisiste mostrar, y para cuando descubrí el retrato completo: ya se me habían comido los gusanos.
Porque sabes, yo te creía siempre y sin teorías, porque para mí tu palabra bastaba.
Pero no para ti, para ti yo siempre dejaba que desear:
No era lo suficiente cariñosa, ni tampoco bonita.
Me considerabas débil y fácil de controlar.
Te desesperaban mis necesidades, pero no me dejabas volar.
Me atabas bien corto, no fuera que tuviera algo que pensar.
Y aunque te cansaste pronto de mí, nunca me dejaste marchar.
Fue entonces cuando me di cuenta: la cuerda dejó de apretar y yo tuve que admitir que me hiciste desaparecer.
Cafés para el alma de Andrea Rodríguez Naveira está sujeto a Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Algunos somos un poco pesados y otros son un peso, como un ancla atacada Un besazo.
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Los pesados son tratables, pero los pesos mejor soltarlos cuanto antes…
Un abrazo grande Carlos!
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