La rutina y lo cotidiano nos arrancan la ilusión. Todos los días de la semana. Todas las semanas del año.
No entiendo como ya casi nadie se para a observar cualquier amanecer o la primera puesta de sol naranja de la primavera. La prisa de la vida, esa que parece que te empuja a querer más, a buscar más y a no estar conforme jamás.
Pero la clave está en ese imperceptible casi… Siempre vamos a quedar algunos, las brujas de aquellos tiempos, los trobadores de aquellos otros, los hippies de no hace tanto y los hipsters ahora de ahora, con la mirada clavada en la luna, aspirando con fuerza la sal del mar y exponiendo el alma desnuda a los elementos.
Viviendo al paso también se consiguen logros, incluso mejor paladeados que aquellos que se conquistan a galope tendido.
Cafés para el alma de Andrea Rodríguez Naveira está sujeto a Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
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Al menos se disfrutan instantes que antes pasaban despercibidos, una sonrisa, el correteo de un niño, el sol que se va, Orión en el cielo y la Luna creciendo. Ya vuelan las primeras mariposas. Un beso.
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Debería ser la única manera de vivir…
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Pues si, leí que hay unas ciudades que se declaran ajenas a la prisa. Slowcity´s creo que se llaman.
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Habrá que irse para allá!
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https://www.escapadarural.com/blog/el-buen-vivir-de-las-slow-cities/
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Me encanta!
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Saborear la libertad de la manera más natural 🙂
Abrazo Andre.
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Así tal cual! Otro para ti Paula!😘
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