Se me da tan mal desvestirte como desnudar mi corazón. No importan las veces que hayamos hecho esto, o la de veces que te haya arrancado la camisa, mis dedos siempre tropiezan inseguros bajo la fuerza de tu deseo y del mío propio. Las palabras se me atascan como cada uno de los botones entre los que enredo los dedos, trastabillando y murmurando incoherencias, a pesar de saberme segura, de contar con la red de seguridad que me proporciona tu mirada serena.
Conozco todos y cada uno de tus cinturones, pero eh, siempre se resisten a abrirse a la primera, coloreando mis mejillas a cada intento, haciéndote reír con esa risa floja que a veces nos asalta y nos atrapa, haciéndonos reír, provocando un huracán en la cama de risas y cosquillas.
Poco importan los traspiés de mis dedos, cuando bajo las capas de ropa molesta esperas tú.
Imagen de Free-Photos en Pixabay
Cafés para el alma de Andrea Rodríguez Naveira está sujeto a Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.