Se sentía abandonada a su suerte, con un vela alumbrando a la nada. Ya no puede contar ni con el confort de la barra de todos los días, cerrada hasta nuevo aviso. Escasea el amor de usar y tirar, ese alivio momentáneo, descarga de tensiones sin ataduras en el cual tiene cátedra desde que era la reina del barrio.
La vida tiene la persiana echada, con la esperanza en jubilación anticipada a la espera de una vacuna que ni llega ni se la espera. El «ir tirando» de no hace tanto, se ha convertido en pura supervivencia, en necesidad de los demás y eso, para un alma como la suya, resulta veneno en sí mismo. En tiempos de pandemia la vida no es lo que uno habría esperado, en realidad nunca lo es, pero con un bozal impidiéndote gritarle a la vida todavía más.
Imagen de Leni_und_Tom en Pixabay
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Y así quedamos, mientras aguardamos, pasa el tiempo robando momentos que jamás volverán. Un besazo.
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Toda la razón, cuando queramos darnos cuenta estaremos surfeando la próxima ola… un abrazo.
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