El sonido del silencio

Desde mi silla favorita te escucho hablar. En verdad no es una silla cualquiera, es más una butaca, una especie de silloncito que me regalé para sentarme a pensar. Siempre me ha gustado perderme entre la niebla de mis pensamientos viendo el mundo rodar, lejos de todo. Demasiado lejos también de ti, quizás.

Ese «tenemos que hablar», resonó en mí con banda sonora propia, igual que una producción barata de televisión con actores demasiado mayores para sus roles a desempeñar. Soltaste esas tres palabras y el resto fue ruido, vocablos sin sentido formulados para explicarme, para que te entendiera, para que comprendiera lo impensable.

Todo cobró sentido cuando escuché la puerta cerrarse tras de ti. El silencio real me golpeó con intensidad, por primera vez la soledad me saludaba para quedarse después de haber jugado tanto a acercame a ella.


Cafés para el alma de Andrea Rodríguez Naveira está sujeto a Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

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