El miedo

Los monstruos acechan, se esconden al otro lado de la pared, ocultos tras el velo claroscuro del atardecer. Es la luz color sangre del ocaso la que mejor los moldea, la que les insufla la vida que te falta a ti tras cada respiración.

El miedo es compañero de vida, acecha tras cada esquina controlándolo todo si se lo consientes. En ocasiones eriza tu cuerpo en señal de advertencia, y es mejor echar a correr sin dudar.

Nos acompaña siempre; de niños nos cuidamos de dejar la mano colgando del colchón, por si acaso algo acecha en la oscuridad debajo de la cama; de adolescentes nos revolcamos en las tinieblas de la confusión de unos sentimientos inabarcables; la etapa adulta de la vida viene acompañada de una niebla densa y espesa, que en ocasiones te permite ver a duras penas el camino que tienes frente a ti, y en otras te conduce como el minotauro en el laberinto: vagando sin encontrar jamás la salida.

Cuando mira, desnuda de toda mentira. Despoja de los disfraces que nos enfundamos para salir al mundo y sentirnos un poco más valientes.

Para aprender a vencerlo basta con mirarlo a los ojos y no apartar la mirada jamás.

Imagen de Alexas_Fotos en Pixabay

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Cafés para el alma de Andrea Rodríguez Naveira está sujeto a Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

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