Descubrirte fue una casualidad, una suerte entre millones, de esas inesperadas que te embargan y te elevan.
¿Sabes esa sensación que te llena cuando descubres algo que no esperabas? Como cuando metes la mano en el bolsillo de un pantalón que hacía siglos que no te ponías y te encuentras con un billete con infinitas arrugas. Algo ínfimo que te llena y se convierte en imprescindible. Tu comida favorita en casa de tu abuela, el olor de la colonia que tu madre usaba cuando eras niño.
Sensaciones. Placeres. Vida vivida sin más expectativas.
Así fue como te descubrí, esperando sin esperar, como ese que se acerca demasiado a ver las olas romper contra el acantilado durante un temporal, que confía en que nada le va a ocurrir y no se puede perder ese espectáculo de la naturaleza y, sin embargo, es arrastrado sin remedio bajo el agua.
Tú fuiste mi corte de digestión imprevisto, me dejaste sin aliento y llena de ilusión. Eras quien andaba buscando dentro de mí, ese pedazo oculto por la ordinariez de la vida cotidiana.
Imagen de Roger Mosley en Pixabay
Cafés para el alma de Andrea Rodríguez Naveira está sujeto a Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Lo que escribes realmente se siente y desgarra. Increible.
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Muchas gracias! Me alegra muchísimo que te haya llegado, un abrazo fuerte!
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