Arriesgando

Dejar caer la máscara de jugador y mostrar lo que hay debajo es un riesgo que pocos están dispuestos a asumir. Dar el salto de la cama al corazón tampoco es sencillo, supone también una apuesta con demasiadas variables arriesgadas. Una aventura reservada para aquellos funambulistas que aman el subidón de la adrenalina en las entrañas.

A algunos les cuesta comprender la verdad de la entrega real más allá de la unión de dos cuerpos, más allá del orgasmo físico. Son pocos los afortunados que llegan a experimentar el placer del amor junto al orgasmo puro y duro.

Por eso yo te pido muy poco y un mundo a la vez: ábrete el pecho de par en par, déjame tallar una ventana entre tus costillas que me permita ver, que me asegure alcanzar con mis manos ese corazón helado de desilusiones. Deja que sea yo tu deshielo definitivo, la punta del iceberg que te rompe de dentro hacia fuera.

Ven, quédate junto a mí en la estepa definitiva del calor de mi cuerpo junto al tuyo. No puedo prometerte nada, ni siquiera que el sol nos vaya a iluminar para siempre, pero sí vida vivida.

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