El abandonado

Hace un año que llegué y ahí estabas, ya con las marcas de abandono en la piel. En aquel momento parecía que todavía podías con la vida, o que la vida todavía no había podido contigo.

He pasado a tu lado cada día, durante el final del verano, cuando llegó la caída de las hojas y el frío del invierno, viendo como el paso del tiempo deterioraba más y más tu apariencia, haciendo evidentes las señales de rotura.

No sé tu historia, lo que te ha pasado, ni lo que has sufrido. Me da mucha pena observar como cada vez que te veo tienes un aspecto más desmejorado y siempre cuesta un poco más seguir adelante, desviar la vista de nuevo y hacer como que no ocurre nada, que no estás en la calle.

La realidad es que se trata de un coche abandonado, que comenzó con las ruedas pinchadas y ha terminado con todos los cristales rotos y con mil marcas y ralladuras en la chapa y pintura. Es desagradable de ver, afea el barrio y da sensación de inseguridad, pero lo preocupante no es eso, lo alarmante es que podría ser una persona y actuaríamos de la misma manera: sintiendo pena, pero desviando la mirada.

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Cafés para el alma de Andrea Rodríguez Naveira está sujeto a Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

6 comentarios en “El abandonado

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