Las lentejuelas le brillan en la falda y en el escote, día y noche todos los días de la semana, como el cartel de neón que anuncia sus servicios en la carretera nacional dirección a Madrid. Se supone que debe brillar con luz propia en cada momento de su nueva existencia, dispuesta y con buena voluntad.
La pintura desvaída en la cara emborrona sus rasgos ahora apenas irreconocibles en el espejo.
Las medias rasgadas, los tacones ajados.
En realidad no importa mientras puedan seguir explotándola.
CafÈs para el alma de Andrea RodrÌguez Naveira est· sujeto a Licencia Creative Commons AtribuciÛn-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
En pocas palabras: una denuncia del fracaso más oscuro de la sociedad. Me pregunto como podemos permitir que esto siga ocurriendo. Un besazo.
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Porque se cierran los ojos y nos acostumbramos a que sea normal. Hacemos cotidiano lo que no debería serlo. Un abrazo Carlos.
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