Las últimas luces del día acompañan al bus que me lleva a casa, es un día como cualquier otro, observando como la sequía invade un poco más el canal del río de mi ciudad. Salvo que hoy soy más consciente que nunca de soledad que viaja a mi lado en el asiento contiguo a mí.
La melancolía del otoño arranca las hojas caducas de los árboles y las arrastra por las aceras junto con mi ánimo. Es uno de esos días: tristes, pero bonitos en su propia dimensión de tristeza.
El traqueteo del bus casi me adormecía hasta que de repente se sube este chico un par de paradas antes de llegar a la mía. No tiene nada de particular, ni siquiera me parece un atractivo especial, pero al pasar por mi lado casi inmediantemente vuelvo mi mirada hacia su espalda.
Esa colonia….
Esa es la tuya. Fuerte, tanto que parece calar hasta los pulmones, aunque a mi me gusta así. Solo que no eres tú. Solo es tu fragancia, ni rastro de tu sonrisa ni de tu cálida esencia.
Un simple atisbo de ti y casi puedo olerte, sentirte tras mi espalda igual que siempre. Solo que no estás.
CafÈs para el alma de Andrea RodrÌguez Naveira est· sujeto a Licencia Creative Commons AtribuciÛn-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
Nostalgia de un amor especial que lo hace visible para el alma. Besos a tu corazón.
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💗
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Sí, los aromas nos traen personas. A mi me pasa también
¡Me caló este relato!
Gracias
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Un aroma, una letra, una forma de caminar, un deje, un sombrero parecido… todo parece llevarnos adonde queremos estar. 😉
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A veces hasta sin darnos cuenta diría yo.
Gracias por pasarte y comentar! 😊
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