Ven y acomódate, descansa un rato, me dijo, y yo le hice caso. Me dejé llevar por la su lánguida tranquilidad, abandonando todo por un rato más de paz.
Cuando me me quise dar cuenta, sus garras afiladas se aferraban a mí sin dejarme siquiera respirar. No había escapatoria.
Los días sin alegría se sucedían uno tras otro, sin expectativas en el horizonte, esperando cada momento del día poder abandonarme un poquito más. Mientras, ella extendía sus tentáculos sigilosa por mi mente. Atrapándome.
Huir de ella es un camino largo y oscuro, y en ocasiones solitario, pero si no te aferras a cualquier rayo de esperanza, ella devorará todo lo que eres.
La depresión.
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Totalmente… Besos a tu alma.
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Una amiga falsa y mezquina que no soporta la luz del sol, odía la rutina y teme las sonrisas sinceras. Si por ella fuera, te escondería en casa, y a oscuras, para engordar a costa de tus lágrimas. A la calle y que se joda. Un beso.
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Uno de esos enemigos que tenemos dentro…
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