La chica de la parada del bus

La chica de la parada del bus, esa que veo todos los días con sus auriculares incrustados en las orejas escuchando lo que debe ser la banda sonora de su vida, es la misma que no puedo arrancarme de la retina en todo el día. Miro sin ver en realidad, a través del holograma que forma su figura en el interior de mis ojos…

Cada mañana me pregunto cómo será esa música que suena solo dentro de su cabeza, pues no tiene aspecto de compartir mi gusto musical… Quizás sean las canciones de La La Land en modo bucle, desde luego harían juego con su impecable pelo liso y sus manoletinas doradas.

Con presunta música de musical y todo, desde mi posición al otro lado de la marquesina no puedo levantar el ojo de ella cada día mientras esperamos la línea siete para cruzar al otro lado de la ciudad. No podría ser más diferente a mí y a mi alma de viejo rockero de los 90 que me impide acercarme y tratar de hablar con ella.

— Nena por Dios, sácale volumen a ese tormento que escuchas, ¡te vas a quedar sorda! — la reprende previo codazo esta mañana la señora que está sentada a su lado.

— Señora, como me voy a quedar sorda con Guns N’ Roses!!!!

Apariencias de esas que nunca son lo que parecen, o casi nunca…

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4 comentarios en “La chica de la parada del bus

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