Es tiempo de dejarte ir, de desprenderme de tu recuerdo y no volver el pensamiento atrás, pero todavía me aferro a esa vana esperanza que nos prometimos hace tantos años, cuando dos adolescentes se despidieron jurando que no estaban ante un adiós definitivo, sino que encontrarían el camino de vuelta junto al otro sin importar los años trascurridos.
Se prometieron que vivirían, que no se bajarían de la rueda del mundo hasta tenerlo claro, hasta saber que estaban preparados para el otro. Hace años que ese momento ha llegado para mi.
Desde la distancia te observo y no reconozco en ti nuestra mirada, aquella que estaba llena de arrojo y sazonada con un poco de locura. La seguridad o la estabilidad no eran nuestras señas de identidad: nosotros vivíamos sobre la cuerda, al borde del abismo y eso quizás sea demasiado pedir ahora.
Yo no tengo opción, desde el momento en que hicimos aquella promesa supe que volvería, pero también era consciente de que tú no regresarías conmigo.
Tras el cristal de tu vida sin mi viviré para honrar la promesa de los adolescentes que fuimos en esta playa tiempo atrás.
Cafés para el alma de Andrea Rodríguez Naveira está sujeto a Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Las promesas de amor nacen con vocación de eternidad, pero su tiempo se mide en un reloj distinto. Un beso.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es verdad, el tiempo según en que momentos también se mide diferente… 😘
Me gustaLe gusta a 1 persona