Asthea — Parte I

Si te perdiste el prólogo aquí lo tienes!


Pero ahora las cosas ya no eran así y mientras segaba cabezas en el campo de batalla a lomos de Agher, concentraba la parte de su mente que estaba a cargo de sus conocimientos de la magia en ese recuerdo, de este modo los magos atacantes no podrían vulnerar sus defensas mentales.

Era uno de los recuerdos más felices de su infancia y siempre lo había mantenido muy presente calentando su corazón, pero en esos momentos más que nunca, ya que Karem estaba en territorio enemigo al otro lado del río Adess, en Irish, el reino de su hermana Annia. Pensar en ella no hizo sino aumentar su furia y dando un revés inesperado a su espada acabó con el último soldado que había acudido a plantarle batalla.

Acto seguido miró a su alrededor para comprobar cómo se estaba desarrollando la batalla: estaba prácticamente ganada por su gente, solo un pequeño grupo de soldados enemigos resistían detrás de los carros de guerra defendidos por tres magos que los protegían. Era necesario eliminarlos ya, pues impedían a sus soldados acercarse y acabar con ellos.

Se hallaban en el corazón del bosque Bisseu, ubicado entre los reinos de Ashtia y Felanor, el reino de Karem. Habían salido el día anterior desde Asthia tras recibir un chivatazo de que se iba a producir otro expolio de leña en el bosque, madera que con toda probabilidad acabaría convertida en catapultas para el nuevo e inevitable envite de guerra que sabían que preparaba su hermana allá en Irish.

Por ello era de vital importancia impedir que se llevasen aquella madera y para evitarlo, Alina se plantó con las piernas ligeramente separadas en el suelo y las manos alzadas con las palmas hacia arriba, entrecerró los ojos y se concentró en el primero de los magos. Arrastrando su conciencia hacia él, se introdujo en su mente, primero con cuidado pues sabía que hallaría resistencia, pero una vez identificó la amenaza se arrojó con todo su poder mental sobre la pobre mente de aquel hombre arrasando con todo a su paso. Repitió la acción con dos magos restantes sin dificultad, era evidente que solo habían mandado aprendices a custodiar el destacamento y que los magos de más alto rango estaban a buen recaudo en el reino de Annia.

Con la caída de los magos, los pocos soldados que no estaban muertos o moribundos emprendieron la retirada dejando atrás caballos y carros, horrorizados ante lo que las muertes que acababan de presenciar. Alina sabía lo que estaban pensando, pues era casi un chillido mental que llegaba alto y claro a su mente: La Reina Hechicera, la Reina Hechicera

—Prended los caballos y todo el material que hayan abandonado. Volvemos al castillo — ordenó a su gente con energía.

Pronto emprendieron la vuelta a casa y la mente de Alina bullía frenética, pues sabía que a su llegada estarían esperándola…

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