Diálogos – Preferencias

–  Voy a pedir, ¿cómo quieres el café?

– Ya lo sabes, siempre contigo.

– No, en realidad lo tomas con leche, un latte  si lo prefieres. Eso sí: tiene que estar templadito, lago de café y con dos de azúcar.

– El hecho de que sepas la manera exacta en que pido un café es porque tú eres el factor invariable de la ecuación, el que persiste aún cuando lo prefiero caliente o sin azúcar.

– Tú no sabes tomarte el café caliente, siempre te quemas la lengua y el paladar… – finalizó el absurdo debate rodando los ojos hacia muy atrás, pero con un asomo de sonrisa en la cara oculta de la boca.

Cafés para el alma de Andrea Rodríguez Naveira está sujeto a Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.