El viento templado de primavera revuelve sus melenas azabache, que libres de ataduras discurren por sus espaldas. Es el momento perfecto para crear el círculo de la vida alrededor de la hoguera: la noche cerrada se extiende por esta parte del mundo como un manto de terciopelo y seguridad para el resto de los ingenuos mortales que caminan por estas tierras llenas de vida y magia antigua, muy a pesar de los venenos modernos.
Nosotras también nos resentimos con esos venenos diarios, ocultos en el aire y en el agua, pero no esta noche. Con el solsticio de verano ya en mente, cada fin de mes es una nueva fiesta atemperada por el fuego que calienta el cuerpo y el alma. Ocultas en lo más profundo y frondoso de estas viejas tierras celtas, donde el agua corre sin más cauce que el suyo propio y los árboles se arraciman buscando su alimento, nosotras buscamos su cobijo y consuelo.
A pesar de que mañana tengamos que volver a revestirnos con las armaduras propias del tiempo que nos tocó vivir.
Por si te perdiste los anteriores y quieres saber más… Meigas IIMeigas I
Cafés para el alma de Andrea Rodríguez Naveira está sujeto a Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Ocultadlo todo!! Fue el último decreto lanzado cuando las llamas devoraban su carne. Aún está sin revocar ese mandato. Por tanto, el disimulo es la regla vigente. Un beso.
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Y hasta siempre. 😉
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