El flequillo

Como cada fin de semana dan las cuatro de la tarde y ya está preparado para salir por la puerta. Solo un último vistazo al flequillo, en el correcto grado de inclinación está la clave: a ella solo le gusta de una determinada manera.

El flequillo… Suspira para sus adentros mientras recuerda los inesperados quebraderos de cabeza que le supuso esconder media cara tras el famoso flequillo, hecho que su madre no termina de comprender y se empeña en apartárselo de la cara en cada ocasión que se le presenta. En el fondo sabe que está preocupada: se cree que es una estrategia de adolescente tímido para esconderse del mundo.

Nada más lejos de la realidad.

¡Es que a ella le gusta así! Le gusta tener que buscarle los ojos para mirarlo. Le gusta sentirlo en la mejilla cuando se besan. Le encanta poder apartárselo de la cara en los momentos de pasión. Sobre todo le gusta jugar entre sus dedos con esos mechones en las tardes de mimos desperdiciados.

No entiende muchas cosas de las mujeres, pero sabe eso de ella y resulta que se siente más a gusto que nunca con su flequillo crecidito y caído sobre la cara. Pero oye, convencer a su madre ya es otra cuestión…

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2 comentarios en “El flequillo

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