El aire revuelve con fuerza las ramas de los pinos, como si estuvieran enfadados entre ellos y quisieran discutir o, más probablemente, como si ya no pudiesen contener la ira hacia el ser humano y sus atrocidades contra los bosques.
Aúllan y y se agitan por encima de mi cabeza haciéndome sentir insignificante a su lado, como si fuera Heidi, recién salida de la cabaña del abuelito para escucharlos cantar. Aunque sea un canto lleno de angustia.
Cafés para el alma de Andrea Rodríguez Naveira está sujeto a Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Entraña una crítica social preciosa sobre nuestra atrocidad contra la naturaleza
¡Muy bello!
Un saludo
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Me alegro de que te haya gustado!
Nos dan casi tanto como les quitamos…
Un abrazo
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Me gusta la defensa que haces del bosque, a éstos que viven en casa, no sé porque me parece que les gusta seguir el ritmo del viento agitando las ramas, eso sí, me ponen el suelo perdido de agujas y luego no las barren. Un beso.
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Ajajja es uno de los inconvenientes,pero dan sombrita en verano y cantan en invierno😊
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Con la de paz que inspira verlos mecerse, y siempre les declaramos la guerra.
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Mucha razón… hay cosas que carecen de sentido.
Gracias por pasarte, un abrazo
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