Hace mucho que colgué en el armario del olvido aquella peligrosa chupa de cuero y con ella, mi atuendo completo de invencible superwoman.
La seguridad que se desprendía de mi mirada y mis gestos recubría mi persona con una poderosa aura que me acompañaba en los días más fáciles, pero sobre todo en los más difíciles. Era una gran carcasa contra los daños exteriores, una defensa frontal ante cualquier ataque imprevisto. Las impresiones ajenas suscitadas no eran demasiado amables, pero a salvo de ellas no se podía vivir mejor.
Como con todo, aquel traje se me quedó pequeño y los años y la perspectiva que da el tiempo pone todo en su lugar, aunque a veces el karma sea mucho más lento de lo que a cualquiera nos hubiera gustado.
Paciencia.
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